lunes, 3 de mayo de 2010

El Mediterráneo, en concreto Valencia. Hay que echarle huevos para no pegarte un tiro. Es el suicidio del surf.

Nunca hay olas, y las pocas veces que las hay no se crean que son olas de ensueño. Dicen que nunca llueve a gusto de todos, en Valencia nunca llueve a gusto de alguien, siempre es una mierda.

Pero aun así ves como se acerca el temporal, como pasa de marejadilla a marejada, y te alegra el día, y con suerte un par de días mas.

Hoy ha sido una de esas sesiones duras, aguantas en el agua esperando una buena ola, o caminas de playa en playa buscando donde rompe mejor para darte cuenta de que donde rompe bien no hay altura y donde hay altura no rompe bien. Terminas intentando coger olas que nunca rompen y desistes. Te acercas a la orilla y pillas esas olas horribles que se desploman en tierra saliendo disparado hacia el lado, sabiendo que si la ola te acerca un poco mas a la orilla te vas a partir una clavícula y la surfeas, joder si lo haces. Terminas y el agua te llega por los tobillos. Metro y medio si, pero pegado a la linea de cosa también.

Mañana más.

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