lunes, 14 de diciembre de 2009

Viento Polar

La sangre se congelaba en los capilares destrozando las venas e inyectando los ojos en sangre. Pierdes sensibilidad en los pies, las manos y la cara. Cada gota de lluvia perfora tu piel morada. Pero te da igual, no sientes frio ni calor. Solo puedes pensar en llegar donde el gris del cielo se mezcla con el gris del mar. Crees ver un oso polar entre el espumillote blaco. Ola tras ola, rompiente tras rompiente, vas avanzando y solo puedes pensar en que tienes que cabalgar una, solo una, luego te podrás ahogar.

Rumba extrema.

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